La democracia moderna se quiere poner a tono con los tiempos. Para ello iniciativas sobre voto electrónico han surgido en todo el mundo, con ejemplos destacados en Latinoamérica. Pero el sistema aún presenta dudas que pueden hacerlo caer.
El voto electrónico es un concepto con distintos significados, pero que puede resumirse en dos grandes corrientes:
El voto via red. Se puede hacer desde cualquier lugar y con cualquier dispositivo que esté conectado a Internet (computador, teléfono celular, PDA, etc).
El voto vía máquinas. Éstas son creadas para tal efecto y se encuentran ubicadas en locales preparados específicamente para su uso.
Varias iniciativas han buscado implementar ambos sistemas, siendo el de las cajas de votación el más exitoso hasta el momento... aunque también presenta algunos problemas.
La cajita de contar votos
El primer país que utilizó masivamente el sistema de las cajas electrónicas de votación, fue Brasil. Allí, cerca de 32 millones de personas -de las principales ciudades- votaron electrónicamente por primera vez en las municipales de 1996. La experiencia fue tan exitosa que desde entonces es la forma estándar de realizar a cabo las elecciones en el país sudamericano: en las elecciones de 2002, fue usada por los 111 millones de electores. El uso de las cajas de votación partió por la necesidad de reducir los altos índices de fraude electoral y terminó convirtiéndose en un modelo mundial. Brasil ha prestado máquinas a Paraguay (160 para las municipales del 2001 y 6.000 para las presidenciales) y México (150), lo que ha validado sus resultados a una escala mayor. Argentina y Colombia también están entre los paises que han pedido urnas para sus elecciones internas, y países como Perú, Bolivia, Ecuador, El Salvador, Turquía, Indonesia e India, entre otros, se han interesado en la tecnología.
En todos los casos, las urnas fueron prestadas a través de un convenio que Brasil firmó con la Organización de los Estados Americanos (OEA) para que cualquier país del continente pueda experimentar gratuitamente el sistema electoral brasileño. "No somos negociantes de urnas electrónicas. Apenas queremos mostrar lo que estamos haciendo y colocar nuestro sistema a disposición de los países interesados", afirmó el presidente del Tribunal Superior Electoral, Joao Paulo Sepúlveda Pertence.
La prueba de fuego para el sistema se está realizando desde el martes de esta semana y el 10 de mayo, donde 675 millones de votantes están utilizando las cajas electrónicas para elegir al parlamento de la India.
Cómo funciona
El sistema utiliza un teclado numérico donde se ingresa la opción deseada. Una vez hecha la elección, se despliega en una pantalla la fotografía del candidato y sus datos. El elector entonces puede confirmar o corregir la selección. También se puede votar en blanco. Para ello existe un botón de ese color y que dice, valga la redundancia, "en blanco". Las teclas tienen también el sistema braille para los ciegos.
Una vez emitido el voto, la urna hace un sonido de confirmación y despliega en la pantalla con letras mayúsculas la palabra "FIN".
No todo lo que brilla...
Pero aquí también existen problemas. Diebold Election Systems es una de las compañías norteamericanas que fabrica cajas de votación eletrónica. En un escándalo desatado en el 2003 en Estados Unidos, se descubrió que las máquinas tenían un fallo de seguridad y que, aún sabiéndolo, la compañía las había vendido a varios estados. Las fallas eran tan básicas como que la base de datos access que ocupaban para almacenar los votos no estaba protegida por password, y que el archivo LOG que registra las actividades realizadas en el sistema podía ser modificado. Estos errores hacían posible que un intruso pudiera alterar la base de datos y borrar su entrada vía telefónica.
La Dra. Rebecca Mercuri es profesor asistente de Ciencia Computacional en Bryn Mawr College y es considerada como "la principal experta independiente acerca de la tecnología de votación electrónica". Una de las principales preocupaciones de Mercuri es que los sistemas electrónicos no permiten que un votante o funcionarios electorales verifiquen que el voto efectuado se corresponde con el voto registrado. Como señala Mercuri en su sitio, "cualquier programador puede escribir un código que muestre una cosa en pantalla, grabe otra cosa e imprima un resultado diferente a los dos anteriores". No existe una forma de garantizar que esto no está sucediendo dentro de un sistema de votación".
Compañías como Diebold, ES&S y Sequoia, que fabrican las máquinas y suministran el código que las hace funcionar, simplemente hacen una llamada del tipo "confíen en nosotros".
La cosa es seria. El actual presidente de Estados Unidos salió electo "por una cabeza", cuando el Tribunal Supremo Federal anuló, por cinco votos contra cuatro, la orden del Tribunal de Florida para recontar 45.000 votos desechados por las máquinas de votación. Así Bush triunfó con 271 votos electorales, uno más de los necesarios para vencer.
Y todo estos cuestionamientos técnicos están al margen de los vínculos entre los dueños de las compañías que fabrican las urnas electrónicas y los candidatos, otro tema para el debate.
Bits + papel
El reclamo de los activistas pasa por que las máquinas entreguen un recibo, donde quede registro de su voto, de tal forma de asegurarse que la elección registrada sea la misma ingresada. De esta forma también se podría llevar un recuento independiente.
El uso del recibo físico puede paliar algunos problemas, pues muchas cosas pueden ir mal en el envío digital de un voto, ya sea por accidente, error en programación, o intento de fraude. Por el contrario, es mucho más difícil que un voto en papel se pierda o se falsifique. No es imposible, pero es mucho más difícil.
Un ejemplo de esta preocupación es el Free e-democracy project. En él se busca que cualquier iniciativa de voto electrónico en la Unión Europea tenga una contraparte en papel para que el sistema sea realmente seguro y eficaz. Y no sólo eso, sino que el software utilizado sea libre.
Habrá que esperar los resultados de la votación de la India. Gran parte del futuro y la validación mundial del sistema se las juega en esta elección de 675 millones de electores.
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